Es un jardín distinto. Aparte de contar con vegetación y alegrar la vista de todos los viandantes, filtra las emisiones producidas por los vehículos del aparcamiento subterráneo de la plaza de Portugalete de Valladolid. Su meta es reducir la cantidad de partículas contaminantes en el aire de la ciudad. ¿Cómo lo hace? Funciona como una chimenea: recibe el aire con contaminantes procedentes de los automóviles del interior del parking y, mediante una serie de capas, capta partículas, óxidos de nitrógeno, y las retiene para, a continuación, devolverlo filtrado y limpio al exterior.
El Urban Garden Biofiltro es una intervención que forma parte del proyecto europeo URBAN GreenUP, (link is external) que tiene como objetivo desarrollar, aplicar y validar una metodología en planes urbanos de renaturalización para mitigar los efectos del cambio climático, mejorar la calidad del aire y gestión del agua, así como incrementar la sostenibilidad de la ciudad con soluciones basadas en la naturaleza innovadoras. Valladolid es una de las tres ciudades demostradoras que forman parte de este proyecto.
«La intervención en Portugalete es interesante porque la empresa gestora del aparcamiento subterráneo se ha mostrado colaboradora desde el principio. Ha accedido a formar parte de esta iniciativa y ha estado muy pendiente en todo momento para ayudar. Además, está muy implicada con la innovación y deseando recibir resultados, siendo este un ejemplo más de la colaboración público-privada», explica Charo Chávez, concejala de Innovación, Desarrollo Económico, Empleo y Comercio del Ayuntamiento de Valladolid.
La esencia del jardín radica en su sistema multicapa compuesto por una estructura metálica, una capa de material absorbente, material fibroso, sustrato y plantas. En este último nivel se han seleccionado con bajo requerimiento de agua y poco mantenimiento. Se podrá ver especies del género de las violetas, margaritas y arbustos del género Berberis. Otra peculiaridad es que para la capa fibrosa se han utilizado residuos de lana de oveja. «Se optó por esta opción para aprovechar un residuo, para dar una nueva vida a la lana de oveja», señala Alicia Villazán, técnica de la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Valladolid.
Aunque se han utilizado materiales naturales para la captura de compuestos contaminantes en aire, las aplicaciones se han orientado a la eliminación de olores. «El biofiltro que ha desarrollado CARTIF está orientado a capturar compuestos contaminantes que generan problemas en entornos urbanos y que se están emitiendo con escaso control. Estos contaminantes son las partículas y los óxidos de nitrógeno. Como una aplicación se ha orientado su diseño hacia jardines urbanos que filtren el aire contaminado de una fuente estacionaria como son los aparcamientos subterráneos. De forma similar se podría hacer para un túnel, por ejemplo», comenta José Fermoso, investigador del centro tecnológico de CARTIF.
La ventaja principal, en su opinión, es su funcionalidad que beneficia a la calidad del aire urbano. En ese sentido, apunta que el biofiltro captura partículas y óxidos de nitrógeno que de otra forma estarían siendo emitidos en el aire de la ciudad. «Mas allá de eso, los materiales que se emplean son de origen natural y apoyan de forma directa al sector primario: un sustrato orgánico compuesto en una parte importante de compost y un material fibroso a base de lana».
El aparcamiento de la plaza de Portugalete, según cuenta Villazán, no fue el primer emplazamiento que eligieron para probar este biofiltro. La primera opción fue el que está situado en la plaza Zorrilla, si bien no se pudo llevar a cabo por el sistema de extracción del aire. Entonces, decidieron llevarlo a cabo a Portugalete. La idea es que esté terminado antes de finales de año, sin embargo, subraya que han tenido que hacer «una modificación sustancial del expediente» que ha retrasado los plazos.
Los resultados se obtendrán gracias a la comparativa entre los medidores de aire que se instalarán tanto dentro como fuera del aparcamiento. «Lo que se va a monitorizar son las partículas y óxidos de nitrógeno», confirma Villazán, quien agrega que este proyecto se diseñó en el laboratorio de CARTIF, donde se probaron distintos materiales hasta dar con los idóneos para esta solución.
En esta línea, Fermoso indica que llevan un tiempo estudiando formas de reducir el contenido de óxidos de nitrógeno en el aire urbano, empleando técnicas basadas en la incorporación de un catalizador en distintos materiales compatibles con el mobiliario urbano o pinturas para el pavimento asfáltico. En el marco de ese estudio, y discutiendo el tema con compañeros del Área de Recursos Naturales, decidieron buscar soluciones para este mismo problema que fueran compatibles con las zonas verdes de la ciudad. «Estudiando materiales para ello, encontramos la base con la que hemos desarrollado los componentes del biofiltro y desde entonces llevamos trabajando para maximizar la captura de contaminantes reduciendo la energía que es necesaria para hacer pasar el aire a través del biofiltro».
Los siguientes pasos, avanza el investigador del centro tecnológico CARTIF, son instalar el prototipo del sistema en Portugalete y estudiar cómo es su funcionamiento durante un tiempo (aproximadamente 2 años) para ver cómo se comporta en condiciones reales. Y es que, a su parecer, no solo servirá para ver la reducción de contaminantes que se consigue, sino también para comprobar qué ocurre en la interacción con la vida en Valladolid.
Es verdad, subraya Fermoso, que este proyecto no supone un ahorro, sin embargo, sí que se valorarán los efectos que tiene para la salud la contaminación del aire; es más, dice que se podría estimar el ahorro que supone en salud y en gasto evitado a la sanidad pública.